Los oxapampinos, como decía, son gente amable y segura de sí misma y siempre dispuesta a ayudar y conversar, sin jamás caer en el acoso, y se dejaban tomar fotos naturalmente, sin la menor señal de desconfianza o vergüenza. El único personaje antipático, por no decir, francamente odioso, fue el cura, quien nos mandó a rodar, cuando quisimos ver la iglesia por dentro (mi hermano tenía un interés arquitectónico por esta construcción totalmente revestida de madera), con las palabras tajantes, que ahí no había nada que ver. Y, en general, para una fotógrafa compulsiva como yo, esta villa albergaba cientos de motivos irresistiblemente exóticos y me resulta difícil hacer una selección.
9 comentarios:
Yutarets! kasagad bah!
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¡Carajo, spam de mierda!
Se ve que es un lugar muy tranquilo y de una naturaleza increible.
Spam de mierda? También hay spam en el blog? Qué coñazo!
Más leo, más veo, más quiero.
Las últimas fotos, buenísimas. El color no me convence, casi artificial diría, pero tampoco me molesta. Me quedo con lo que veo y lo que leo.
Adelante!
Tienes razón con lo del color, Llorenç, azules demasiado azules, verdes demasiado verdes, casi ofensivos a ojos de una limeña como yo. También me doy cuenta de que es un problema de contraste, o sea, es mi error, a la hora de editar. Aun tengp que acostumbrarme a la calidad de las fotos de mi nueva cámara y moderar mis impulsos "photoshop-inos".
me alegraria que publicaras fotos del interior del bar cheyenne; creo que vale la pena. pa los que visiten oxa; vayan que esta dpm. saludos para Martín Nano, de su prmo julio que acaba de ver a extremoduro en concierto.
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